La nueva ocurrencia de Ikea: sacar un perfume

Ikea es una República Independiente. Más allá de aquel anuncio machacón, lo lleva demostrando muchos años con lo que ellos llaman «diseño democrático», algo que en el resto del mundo se conoce como diseño ergonómico (creaciones que buscan, por encima de todo, la comodidad del usuario). De los famosos muebles para ahorrar el mayor espacio posible en un piso de 25 metros cuadrados hasta la jugada de la mítica bolsa azul convertida en jersey, pasando por lo último en sillones… La compañía sueca es pionera en ideas que sólo funcionan si las leyes del márketing están de tu parte.

La última de los creadores de las albóndigas más controvertidas del siglo XXI es un perfume. Y en el más amplio sentido de la palabra, ya que la empresa aún no sabe qué formato tendrá, ni si será una colonia al uso o un ambientador. En esta nueva ocurrencia, Ikea ha tirado la casa por la ventana y ha contratado a Byredo, una firma de alta perfumería de culto en Suecia, que será la encargada de ponerles la nota de olor a las cuatro siglas amarillas.

El propio dueño de Byredo, Ben Gorham, confirmaba la noticia en Instagram hace pocos días. “Creo que estamos trabajando en el uso de los aromas para comunicar emociones y contar historias de gente, cultura y diseño. Es una capa que hemos imaginado que puede añadir una experiencia muy íntima a la escala en la que Ikea trabaja”, declaraba.

La web del gigante sueco también se hacía eco de la nueva aventura y, según el comunicado, decían sentirse «intrigados y curiosos por explorar cuál es el aroma de Ikea, si es que tiene uno». El proyecto aún está en fase de investigación de las fragancias más comunes en los hogares y el método por el que se distribuyen. Y es que parece que el lanzamiento va para largo. Se espera una edición limitada para 2019.

Cuando puedes permitirte hacer lo que te dé la gana

La empresa sueca de muebles está en el punto de su existencia en el que pueden permitirse realizar cualquier ocurrencia que se les venga a la cabeza sin pensar en las consecuencias, puesto que previsiblemente serán positivas. El primer Museo Ikea del mundo abrió sus puertas hace justo un año en el pequeño pueblo de Älmhult, donde nació la marca de muebles hace 70 años.

Pueden muebles con cargadores de móvil incorporados, a la vez que tiran a la basura sus diseños anteriores (y de paso, los cables de los susodichos cargadores). Ideas innovadoras que se les ocurren a cabezas pensantes que invierten su tiempo en analizar su mercado; pero que, sin embargo, no hacen de los suecos una raza superior, como cuenta la compañera autora del artículo al que enlazo.

 

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