«Las manifestaciones religiosas deben quedar limitadas única y expresamente al hogar, y siempre y cuando dentro del mismo no haya menores de 21 años a los que, por acción directa o indirecta, se les pueda adoctrinar en favor de una tendencia religiosa determinada». Es el resumen de la Ley contra el Adoctrinamiento Religioso que el Parlamento de Islandia ha aprobado hace menos de 10 días por abrumadora mayoría. Un texto por el que ningún padre, tutor o profesor podrá educar en base a ninguna «religión, secta o culto» ni llevar a niños y menores de la edad estipulada «a ninguna iglesia, templo o mezquita sin el deseo expreso del menor».

Los votos del 70% de la cámara han permitido que entre en vigor la que probablemente es la medida más polémica que se ha tomado en Islandia en los últimos años, y más en unas fechas en las que aflora especialmente el espíritu religioso. El objetivo, en palabras de la propia primera ministra, Katrín Jakobsdóttir es garantizar el derecho de la infancia y la juventud a formarse una opinión y criterio propios «sin la contaminación de las creencias y dictados de los adultos».
«Si nosotros como adultos tenemos derecho a forjar nuestra forma de pensar en base a lo que leemos, vemos y experimentamos sin dejar que nada nos contamine, ¿por qué creemos que nuestros hijos no pueden hacer lo mismo?», dijo Jakobsdóttir en el debate previo a la votación. «Dejémosles ir a las estanterías a por los libros que quieran. Sea la Biblia o el Corán. Da igual. Deben ser ellos los que elijan qué ser y en qué creer. Si quieren ir a la Iglesia, iremos con ellos. Si sólo van porque nosotros les hemos dicho que es lo que hay que hacer, no tiene ningún sentido. Lo que venga por nuestra parte será puro adoctrinamiento en mentes demasiado impresionables».

Desde los colectivos luteranos (la religión mayoritaria en Islandia) y el centro-derecha no se han hecho esperar las reacciones, que han calificado esta nueva ley de sectaria y dictatorial. «¿Los padres y educadores no son nadie para decidir qué tipo de creencias son mejores para los niños? ¿Y usted quién es?«, reprochó el líder del centrista Partido de la Independencia, Bjarni Benediktsson. Desde la entrada en vigor de la ley, se suceden las protestas en la calle: la mayoría de fieles tiene claro que la normativa tiene su origen en la eliminación de la blasfemia como delito del Código Penal, hecho que se produjo en 2015. Todo el Parlamento votó a favor, puesto que se entendió como un paso más hacia la libertad de expresión y el respeto a los derechos humanos.
El origen: el descrédito de la Iglesia

Hace unos años, una asociación islandesa llamada Mothers Against Religion (Madres Contra la Religión) comenzó una campaña que pedía elevar la edad de consentimiento religioso a los 21 años. Su fundadora, Anna Einarsson, cree que la religión, hoy día, «sólo sirve para cometer actos de terror en nombre de un dios a quien nadie ve. Los sacerdotes se aprovechan de los niños. Todo eso me repugnó y pensé que si la religión fuera una droga, cualquier padre haría por mantener a sus hijos lejos de ella. Al menos mientras sean menores. Una vez tengan capacidad de razonamiento, podrán escoger libremente».
La realidad es que el poder de la iglesia luterana y la influencia de la fe ha bajado muchísimo entre los niños y jóvenes islandeses. Casi el 94% de los menores de 25 años creen que el mundo se creó por el Big Bang frente a un 0% que cree que fue una creación divina, según una encuesta de Siðmennt. La encuesta, además, señalaba que el 72% de la población defendía la separación completa entre Iglesia y Estado y una alta oposición a que las religiones registradas en Islandia reciban una subvención, con el luteranismo a la cabeza por ser la mayoritaria. Una religión cuyo panorama no parece muy alentador: en 2016, los ateos llegaban al 40%, según la revista Iceland Magazine, y a día de hoy sigue perdiendo adeptos.
¡Feliz Día de los Inocentes!

Sí, esta noticia es una inocentada (ahora también llamada bulo). Su origen está en una web satírica en inglés (muy parecida a El Mundo Today) que otros sitios, eminentemente católicos y con unas macarrónicas traducciones, se limitan a replicar desde 2017. De hecho, al pie de su contenido se especifica que es una sátira y que el autor es comediante.
Si lees este blog, te habrás dado cuenta de la poca concreción y profundidad del artículo. Para aparentar realidad, me he basado en las fuentes reales de Iceland Magazine, la encuesta de Siðmennt, la web satírica y la Constitución de Islandia; pero me he inventado las declaraciones de los personajes; y las fotos de este artículo son reales, pero sacadas de contexto: ni son de manifestaciones religiosas en el país, ni Katrín Jakobsdóttir debate ninguna ley en el Parlamento de su país referente a la religión.
En Islandia, la cuestión religiosa está protegida constitucionalmente. El artículo 62 de su Carta Magna establece que la Iglesia evangélica luterana es la nacional en Islandia y que «el Estado debe sostenerla y protegerla», si bien se tiene el mismo derecho a pertenecer a una asociación religiosa que a permanecer ajenos a cualquier manifestación creyente.
Una vez echadas las risas, recuerda leer los artículos enteros antes de difundirlos. Los bulos y las inocentadas son igual de viejos que el día 28 de diciembre. Ahora, si quieres, puedes compartir 🙂