Realidad y paradoja se confunden en el mismo concepto. También en la ciencia. Un estudio de la Universidad de Northwestern (EEUU) ha demostrado que los estereotipos que asocian ciencia y hombres son proporcionales al número de mujeres que ejercen la profesión científica en un país. Una ratio que desciende a medida que el número de científicas aumenta.
El estudio, realizado en 66 países y durante dos décadas,arroja resultados que, a priori, llaman la atención. Uno de ellos es el décimo puesto que Noruega ocupa entre los países donde hay mayor creencia de que la ciencia es para hombres. Dos puestos por debajo está Dinamarca. Encabezando esa lista, Holanda.

Aun así, hay quien hace lectura positiva de estos datos: «Pese a los esfuerzos históricos para lograr la igualdad de género, pese a creer que somos justos, los resultados muestran que tenemos actitudes y creencias de las que ni siquiera éramos conscientes», declaraba a Aftenposten Curtis Rice, director del Comité para la Equidad de Género y la Diversidad en la Investigación de Noruega.
La explicación del caso de Noruega, según los investigadores estadounidenses autores del estudio, está en el número de mujeres que se dedican a la ciencia en comparación con los hombres. Al contrario de lo que pueda parecer, esa relación es de uno a cuatro a favor de ellos.
Irán, la otra cara de la moneda
Quizá por esa métrica se expliquen los datos positivos que obtiene Irán. En este país de Oriente Medio, un 67% de los puestos científicos de relevancia están ocupados por mujeres y, poco a poco, se abre paso en los ránkins internacionales como nueva potencia científica. No es, ni mucho menos el único ejemplo, pero sí quizá el más reciente dada su prematura muerte: Maryam Mirzakhani fue la primera mujer en ganar un premio equivalente al Nobel de Matemáticas.
España, la excepción
España es el ejemplo peculiar que pone la particularidad a la norma que arroja el estudio. En nuestro país, el porcentaje de hombres científicos dobla al de las mujeres, y es de hecho, uno de los tres países analizados con menos estereotipos machistas.
Un instituto de investigación sueco pedía más del doble de requisitos a las mujeres que a los hombres para acceder al mismo tipo de beca. El instituto las retiró y remodeló las bases de convocatoria de arriba abajo antes de volver a publicarlas.

Según Rice, en países como Noruega y Dinamarca ya existen políticas educativas para concienciar a los niños sobre la igualdad de género, «pero el trabajo debe empezar en los primeros años escolares, mostrando la contribución de mujeres científicas a lo largo de la historia». En este punto, destaca, sería bueno dejar de abusar de Marie Curie. «¿Cuántas mujeres, además de ella, conocen nuestros niños? Eso es lo que no puede ser. Marie Curie no es ningún caso aislado y presentarla como tal termina siendo contraproducente», declara.
Los estudios realizados durante los últimos 20 años han mostrado la existencia de un sesgo machista más allá de toda duda en el mundo de la ciencia. Ya en 1997, la revista Nature publicaba un estudio sobre las becas postdoctorales ofertadas por el Medical Research Council de Suecia. En él se demostraba que las mujeres debían presentar 2,5 veces más méritos que los hombres para acceder al mismo tipo de beca. Esto obligó al Gobierno sueco a replantearse el funcionamiento de la convocatoria, hasta el punto que la eliminaron de raíz y no volvieron a ofrecerla hasta que no fue reformada de pies a cabeza.